Reseña: El periodista Esteban Peicovich recoge en El
palabrista el Borges que conoció en numerosas entrevistas
y a través de los medios. "¡No es este el libro que
Borges dejó colgado en el aire para que alguien lo
robara?", se pregunta Peicovich y acepta el juego de ir a
buscar ese texto suspendido del azar, despertarlo y darlo
a leer. El resultado es el rescate de este Borges
prismático y babélico que lo cotidiano fue disolviendo en
periódicos, revistas, charlas, reportajes. Lo dicho en un
café, en Machu Picchu, a las orillas del Tíber, en un
baño o frente a un rostro imaginario. Lo borgeano que el
periodismo recogió entre el apuro y la costumbre. Lo
permanente impreso en lo efímero y que, tratándose de
Borges, no merecía hibernar en la melancolía de las
hemerotecas. Peicovich comparte con sus lectores
jubilosos tragos "leídos" de Borges. De lo "dicho" por
Borges. Este es el Borges personal que Peicovich
-periodista y poeta de extensa y prestigiosa trayectoria-
dibuja con trazos gruesos y finos, precisos y sueltos,
exquisitos y a veces brutales. Pero siempre únicos y a
salvo del olvido.