Criado en el argentino concepto de que las cosas hay que 
hacerlas aunque sea mal, Juan Carlos Mesa hizo de todo y, 
desafiando el aserto, las hizo casi todas bien, en 
especial porque de cada una, aun de las fallidas, 
aprendió un poco. La prueba está en esta memoria de su 
tan extensa trayectoria. Se hizo de abajo, a chiste por 
minuto, convirtiendo en pan familiar los chascarrillos de 
cada día, a mil gags por hora. Laburante y remador, 
artesano y rimador, se formó humanamente en la vida 
provincial de mitad del siglo pasado y se moldeó 
profesionalmente en la radio inolvidable y única de los 
años cincuenta. Juan Carlos saca diez en esta prueba 
escrita singular, en la que revela que nada de lo vital y 
sensible le resulta ajeno, que fue capaz de ilustrar cada 
uno de sus pasos, privados y públicos, con una confesión, 
con una anécdota, con una broma. Este libro me arrancó 
muchas sonrisas. Y por eso pensé que, cuando apareciera, 
debería estar acompañado por un Juan Carlos Mesa para 
llevarse a la mesita de luz, que tenga la función de 
despertarnos, cada mañana, con un chiste distinto, de los 
miles que escribió en su vida. Yo lo compraría. Carlos 
Ulanovsky