Mientras el Martín Pescador no dejaba de silbar, el
Salmón sólo pensaba en cómo apoderarse de ese silbido.
Hasta que se le ocurrió enseñarle a nadar. ¿¡Qué bueno!
¿exclamó el Martín Pescador¿. Debe ser una sensación
increíble, ¡como volar dentro del agua! ¿Es mucho mejor.
¿¿Y cómo tengo que hacer? ¿Es fácil. Con dos escamas mías
adheridas a tus alas, no tendrás problema en nadar. Por
supuesto, al silbido debes dejarlo en la orilla porque
pesa demasiado.