Por lo general, las crisis son definidas de un modo
sistémico. Se las considera situaciones inestables o
caóticas, acontecimientos imprevisibles, cambios
discontinuos o rupturas de equilibrios. Todas estas
definiciones tienen en común un punto de apoyo: la idea
que afirma que una crisis es algo altamente imprevisible,
inestable y poco controlable, Sin embargo, este análisis
es, por lo menos, reduccionista.
La crisis no puede definirse sólo por su imprevisibilidad
o por su desorden sistémico. La esencia de la crisis es
la pérdida de poder. Esta es la tesis del libro. Sólo
entendiendo la estructura de poder en la que se encuentra
una persona, un grupo o una organización dentro de
cualquier actividad negocios, política, trabajo, ayuda
humanitaria, etc. es posible mejorar los resultados o el
rendimiento de la gestión de la crisis. Gestionar la
crisis, entonces, significa actuar sistemáticamente para
no perder cuotas de poder.
Sobre la base de esta afirmación, el libro propone un
nuevo concepto de crisis, es decir, una definición lo
suficientemente operativa como para ser aplicada a la
gestión, un método para definir escenarios posibles de
crisis que permita cierta anticipación y un modo
sistemático para la gestión de la información y de la
comunicación que posibilite recuperar poder relativo para
salir o para no entrar aún más en la crisis. En resumen,
se considera que la crisis es un problema de poder y que
el modo de solucionarlo es por medio de lo que aquí se
denomina método de consentimiento expandido.