Reseña: Esta no es una intervención de coyuntura. No es
una toma de partido ni el intento de iluminar un
escenario. Es, ante todo, el registro ordenado y
corregido de un trabajo conjunto, de años, sobre un
fenómeno que sí es permanente. Porque el espectáculo
político no es una malformación contemporánea. Es el modo
de ser de la "política" en el espacio público, antes y
después de la televisión. Preguntas como ¿por qué
adquiere o pierde legitimidad una figura presidencial?
¿por qué lo político no depende solo de lo institucional,
y es indisoluble de lo mediático? ¿cómo se articulan
entre sí el discurso gubernamental, el estatal, el
partidario, el periodístico?, hechas a vuelo de pájaro,
son ansiosas y pretenciosas: piden respuestas que
expliquen todo, y en lo posible, ya mismo. Sin embargo
los fenómenos concretos desafían, y a menudo desmienten,
la perspectiva macro. Para avanzar sobre los grandes
asuntos, hay que meterse con los detalles, no apresurar
respuestas ni concluir obviedades.