Reseña: Inclinado hacia la ética de Epicuro y su sabiduría en el "uso de los placeres"; asiduo visitante a los salones literarios parisinos, donde se daban encuentro los espíritus refinados de su tiempo, y donde aprende que la delicadeza del gusto, sin la del espíritu, pierde su potencia como modo de vida, arriesgando convertirse en vana presunción, Charles de Saint-Évremond no podía barruntar que esos textos manuscritos que llevan su fi rma -esos pequeños tratados que hace circular entre sus cercanos, puesto que no están hechos con fines de imprenta2-, y en los que explota el arte sutil de su esgrima literaria, van a recorrer Europa. El pensamiento entreverado al movimiento de su pluma quedaría enlazado a la figura de los llamados libertinos, esa singular constelación de poetas y filósofos que, en el corazón del siglo XVII, consiguió desplegar formas singulares de resistencia frente a las violencias del poder teológico y político, deslizando en sus escritos enunciados cuyos efectos subversivos y no sólo en razón de su contenido disidente, sino también por el carácter sedicioso, indominable, de su puesta en circulación sólo podrán calibrarse a la luz de las conmociones animadas por la po...