"Mi padre y mi madre esconden ahi arriba periodicos y armas, pero yo no debo decir nada. La gente no sabe que a nosotros, solo a nosotros, nos han forzado a entrar en guerra. No lo entenderian.", dice una niña de apenas siete años. Es 1975, y vive en La Plata con su madre. Son tiempos funestos. Hace poco se mudaron y para la niña sera un cambio radical: descubrira el secreto, el encierro, el miedo. En el nuevo hogar se crian y venden conejos. Esa es la fachada, en verdad es una casa clandestina de Montoneros. Alli dentro los nervios se aplacan limpiando pistolas y fusiles o en mateadas fugaces. Los compañeros ya mueren o desaparecen, cada semana el ambiente se degrada.