En las florecientes calles de Berlín, a fines del siglo 
diecinueve, atónitos viandantes se paran a mirar las 
vidrieras de un nuevo emporio comercial, atraídos por 
unos autómatas capaces de probarse prendas o tocar 
complejas piezas al piano expresando entusiasmo o 
decepción hasta con todos los músculos de la cara.. El 
creador de esas maravillas es August Eschenberg, un joven 
provinciano que aprendió los secretos de la mecánica en 
la relojería de su padre, se aplicó de niño a crear 
figuras con movimiento y una tarde, en una feria, selló 
su destino al caer deslumbrado por  un diminuto autómata 
hacedor de magia. La época que dio a luz el tren, la 
fotografía y el diorama concluye para dejar paso a la que 
conocerá el cine. Con todo, la capacidad de August  para 
fabricar autómatas de movimiento sutil y una expresividad 
sobrenatural le ganará un lugar, primero en los 
brillantes escaparates de la moda, y luego en la refinada 
vida nocturna berlinesa. Pero ese talento que hechiza a 
algunos adeptos, y le permite a August vivir de su arte, 
sucumbirá a la tosca sensualidad de las nuevas masas 
urbana. La competencia inescrupulosa, el plagio, la 
astucia artísticamente rudimentaria pero seductora se 
combinarán con la obstinación del propio August para 
dejar a  sus prodigiosos autómatas solos contra el deseo 
burgués de mercancía, de  velocidad, de crudeza. A la 
supuesta caducidad de algunas formas del arte, la 
inflexible fábula de Millhauser opone el impulso eterno y 
peligroso de crear maravillas: "Tenía la ambición de 
insertar sus sueños en el mundo, y si eran sueños errados 
los soñaría solo."
 
 
"Con sus dobles y sus juegos infantiles, sus hechizos 
taumatúrgicos y sus catálogos de librería de viejo, 
Steven Millhauser bien puede ser el último vagabundo 
norteamericano de la frontera entre realidad mundana y el 
mundo del arte." 
                                                          
  Villlage Voice Literary Suplement
 
"Una asombrosa elegía al poder de la imaginación,  obra 
de uno de nuestros mejores escritores en el apogeo de su 
forma." 
San Franciso Chronicle.