Amanece, una mujer prepara un desayuno perfecto para su
marido y su hijo, pero las cosas nunca son lo que parecen
y el horror aguarda pacientemente para mostrar su peor
cara. Un intercambio epistolar a lo largo de los años
mantiene vivo el vínculo entre dos mujeres que se conocen
de una manera tan entrañable como solo la verdadera
amistad lo hace posible. En medio de una guerra, un
soldado japonés cumple sin objeciones una orden tan
precisa como incomprensible mientras descubre que la
manera en que medimos el tiempo no necesariamente es
siempre acertada. Fragmentos de una larga conversación
entre una empleada doméstica y su empleadora sugieren
mucho más que lo que dicen, aceptan mucho menos de lo que
denuncian.
Los cuentos que componen este libro, el primero que
publicó Alejandra Kamiya, pronostican lo que será un
estilo con marca propia, tan despojado como potente, tan
sereno como sorprendente.
Los árboles caídos también son el bosque se ha convertido
en un libro ineludible de la literatura argentina
contemporánea, al que hoy se le suma un breve
texto-postal inédito de Kamiya sobre la lectura y la
traducción.