Como buena escritora que fue, encontramos en sus palabras   toda su rebeldía y su bronca por la diferencia de   derechos y de lugares que tenían las mujeres comparadas   con los hombres. ¿En esa época no podían votar!   Se hizo un lugar  a puro codazo y poesía  en las mesas de   escritores exclusivas para hombres, y supo amar sin tener   compromisos para que nadie quisiera cambiarla y pudiera   ser siempre libre de decir y de hacer.   Y fue, también, muchas a la vez: poeta, y entonces jugó   con las palabras; fue maestra, y ayudaba a pensar una   nueva infancia; fue periodista, y buscaba cambiar lo que   no le gustaba con letras; fue feminista, y luchó por los   derechos de las mujeres; fue una trabajadora, y por eso   vivió necesidades e injusticias bien de cerca; y fue,   siempre, siempre, una loba que nunca quiso andar con el   rebaño porque deseaba, profundamente, la libertad.