Visto en la Antigüedad como un simple entretenimiento o
como un conjunto de dibujos sin sentido, unidos sin
ningún criterio, el juego de naipes al que llamamos
tarot es mucho más que un juego y también mucho más que
un manojo caprichoso de figuras. Si hay algo que debemos
comprender para adentrarnos en su misterio es que en él
nada es arbitrario. Con la misma precisión con que un
artesano relojero analiza y arma las piezas de un reloj,
y con la misma inspiración con que el artista determina y
escoge los colores y formas para su obra, así los
maestros imagineros medievales fueron dando forma a esta
verdadera maravilla del pensamiento humano, la cual
encierra todo el saber de los magos antiguos. El tarot es
una herramienta que posee múltiples usos, de los cuales
el más conocido y más denigrado es el adivinatorio. La
práctica de la adivinación ha sido en nuestro tiempo tan
maltratada por supuestos videntes o falsas pitonisas ,
así como por verdaderos inescrupulosos mercaderes de lo
misterioso, que ha perdido el prestigio que se merece y
que poseyó en la Antigüedad. El presente libro es un
intento de restaurar algo de este prestigio, para la
práctica adivinatoria y para el tarot en particular.